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JOSÉ MANUEL ORTIZ

ENTREVISTA: JOSÉ MANUEL ORTIZ RODRÍGUEZ. ANTIGUO BECARIO PREDOCTORAL DE LA FUNDACIÓN VALHONDO

Por Pilar Mansilla

“Cuando acabas la tesis, llega un abismo"

José Manuel Ortiz Rodríguez fue becario predoctoral de la Fundación Valhondo durante el año 2017, un impulso para iniciar su Tesis Doctoral en la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Extremadura.

Cuando Jose hizo sus maletas para dejar atrás su pueblecito de Huelva y venir a vivir a Cáceres para comenzar la carrera, no imaginaba que llegaría hasta aquí. Tras la lectura de su tesis a principios de este año, continúa inmerso en la investigación de la reproducción equina, con los objetivos de mejorar las técnicas de reproducción asistida y conseguir la fecundación in vitro en caballos. Además, se encuentra ante nuevos horizontes con la posibilidad de comenzar proyectos colaborativos de investigación con Bolonia, donde desarrolló su estancia predoctoral y Australia. Desde la Fundación Valhondo hemos hablado con él para conocer un poco más acerca de su experiencia como doctorando y sus oportunidades de futuro.

¿Cómo conociste las becas de la Fundación Valhondo y cuándo empezaste?

Me enteré de que existían estas becas por mi director de tesis, Fernando J. Peña y porque dentro de mi grupo de investigación una de las compañeras disfrutó de una de ellas en 2008. Mi nota media no me permitía acceder a las becas FPU, así que esperé a la convocatoria de 2016 para optar a las becas de la Fundación Valhondo, con la suerte de que se me concedió a la primera y comencé en enero de 2017 con la Fundación, aunque ya llevaba varios años en mi grupo de investigación. Después, en 2018, conseguí la beca de la Junta de Extremadura, pero a la Fundación Valhondo le estoy muy agradecido porque gracias a la oportunidad que me dieron y a su apoyo económico he podido llegar hasta aquí.

¿Cuál es el tema de tu tesis y cómo lo decidiste?

Cuando acabé la carrera, empecé a trabajar con contrato de técnico de apoyo en un grupo de investigación de servicio clínico y laboratorio de veterinaria y allí fue donde me propusieron el tema de la tesis: “Estrés oxidativo durante la conservación del semen equino”, centrado en la mejora de las técnicas de conservación del semen del equino para su reproducción.

¿Cómo es el camino hacia el doctorado?

Desgraciadamente, tengo que destacar la falta de visibilidad. A día de hoy estamos consiguiendo que los contratos predoctorales estén mejor remunerados, pero antes no llegaban a 900 euros mensuales. Yo, por ejemplo, soy de un pueblo de Huelva y estar fuera de casa supone un gasto extraordinario. Además, nadie te explica las presiones a las que te ves sometido durante el proceso. Es una época complicada y no sabes muy bien a qué te enfrentas. Sin embargo, también tengo que decir que yo he tenido la suerte de formar parte de un grupo de investigación muy productivo y estoy muy contento porque eso ha permitido que mi currículum crezca bastante.

Y cuando finalizas, ¿qué hay? ¿Algún proyecto nuevo a la vista?

Cuando acabas la tesis, llega un abismo. La gente dice “verás qué a gusto te vas a quedar cuando termines”, pero no es así. Yo aún no he logrado quitarme esa sensación.

Las becas puente, que a día de hoy son pocas, considero que son muy necesarias. Cuando terminé, mi primera opción era continuar con estas becas, pero por temporalidad no pude, y en mi grupo de investigación no había posibilidad de contrato, pero la investigadora del área de Medicina y Cirugía animal, Beatriz Macías, me ofreció una oportunidad en el suyo y comencé con ella en febrero con un contrato, en principio, de seis meses, aunque es posible que se prorrogue por más tiempo.

Por otro lado, hay un grupo de investigación en Bolonia (Italia) con el que estoy en contacto gracias a mi estancia predoctoral, desde el que me han ofrecido un contrato de investigación de tres años, en el que se incluye al menos una estancia de 6 meses en Australia. La intención es llevar a cabo un proyecto postdoctoral en colaboración con el grupo de investigación al que he pertenecido, un grupo de la Universidad de Newcastle (Australia) y el grupo de Bolonia.

Además, yo actualmente sigo investigando en el área de reproducción equina. Queremos mejorar las técnicas de reproducción asistida, mediante el estudio de la maduración de ovocitos, y conseguir la fecundación in vitro en caballos, ya que se da en muchas otras especies, pero en esta aún no se ha logrado.

No está mal para enfrentarse a ese “abismo”, ¿no?

No está nada mal. Yo estoy muy contento, pero aun así se siente una especie de vacío. Cuando acaba la etapa predoctoral llega un momento en el que no sabes qué te depara el futuro. Se abren muchas puertas, pero al fin y al cabo ninguna es segura y tienes que estar en todo. De hecho, yo el año pasado también comencé el Máster de Formación del Profesorado, por si llega el momento en el que no pueda seguir en área de investigación, poder dedicarme a la docencia, que es algo que también me gusta bastante.

Para terminar, ¿qué consejos le darías a alguien que está comenzando la carrera de Veterinaria?

No soy quién para dar consejos, lo único que puedo es hablar de mi experiencia por si le sirve a alguien. Cuando yo comencé la carrera quería hacer clínica en el campo, acababa de llegar de mi pueblo y ya me quería volver, pero poco a poco mi perspectiva fue cambiando. Si hay algo que le pudiera decir a quienes empiezan ahora es que hay que ser una esponja, escuchar y ser constante. Yo no soy un estudiante excelente, pero a base de aprender, de empaparme de lo que me rodea y trabajar de forma constante he conseguido llegar hasta aquí.

Como en su día Jose, cada año cuatro nuevos alumnos inician su camino predoctoral en la Universidad de Extremadura a través de las becas de investigación que otorga la Fundación Valhondo, una oportunidad que, como vemos, da sus frutos a través del esfuerzo y abre nuevos horizontes a los jóvenes investigadores de Extremadura. Desde la Fundación deseamos que los proyectos de Jose se conviertan en éxitos, y sirvan de ejemplo y motivación para el esfuerzo y perseverancia de quienes se encuentran inmersos en su tesis, así como para los futuros becarios de la Fundación Valhondo doctorandos de la UEx.

 

Desde 1987 la Fundación Valhondo concede becas predoctorales en apoyo a los jóvenes investigadores cacereños. En la actualidad se mantiene una convocatoria anual, que permite otorgar nuevos contratos de duración trianual en cinco áreas del conocimiento: biomédico, científico, tecnológico, social y humanístico.

 

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La Fundación Fernando Valhondo Calaff se constituyó en el año 1956 bajo el ámbito territorial de la provincia de Cáceres. Tiene el compromiso de gestionar el patrimonio heredado con una finalidad de servicio a la sociedad, mediante el desarrollo de acciones concretas en los campos del estudio, el apoyo a la investigación científica y la formación de la juventud. Desde 1987 la Fundación concede becas predoctorales en apoyo a los jóvenes investigadores cacereños.

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